El miedo

El Miedo

Efectos del stress extremo:
Las técnicas de las artes marciales tradicionales en defensa contra armas suelen ser poco funcionales bajo efecto de estrés extremo, por dos motivos: son algo complejas y no están alojadas en la reacción instintiva del practicante.
Los efectos del stress extremo son:
miedo, pánico
rush de adrenalina
hiperventilación
rápido aumento del ritmo cardiaco
disminución de la capacidad de tomar decisiones
disminución de la visión periférica
disminución de las habilidades motrices
efecto freeze o parálisis
efecto túnel

Cuando nuestro cerebro se enfrenta a una situación concreta de vida o muerte lo que nos sucede es la secuencia de: miedo-adrenalina-pánico-efecto túnel. Toda persona va a experimentar el mismo proceso, desde el guerrero o comando mejor entrenado hasta aquel sin entrenamiento, lo que varía es la intensidad y la duración. El entrenamiento adecuado nos permite manejar el proceso normal descrito y salir rápidamente pasando a la acción.
No se entrena para evitar el miedo, se entrena para aprender a manejarlo y aprovechar la secuencia psicológica normal en nuestro favor.
Miedo es no saber qué hacer.
Si sabemos que hacer, no hay tiempo para tener miedo.
En la naturaleza, frente a la situación de peligro de vida, los animales sienten miedo y producen una inyección de adrenalina. Esa respuesta biológica al miedo permite la acción completa y explosiva para tomar el camino más conveniente que puede ser luchar o huir. Entonces vemos que el individuo pelea o escapa, y dentro de esta segunda opción se incluye el esconderse. La adrenalina en la naturaleza tiene también otra función final, que compasiva con el individuo, donde si todo esta perdido y se lo comen vivo, no siente dolor.
El problema en la especie humana radica en que muchos años de evolución social, han deformado el proceso natural de selección y se observa que la reacción no es la esperada o “normal” para la especie. Nos referimos a la parálisis. Es común que la persona en vez de pelear o huir-esconderse, se paraliza frente al ataque posiblemente mortal. Se paraliza por el miedo, se paraliza por no saber qué hacer.
Si observamos la naturaleza, es magnífico ver como una cría a los pocos minutos de nacer ya es capaz de defender su vida. En la naturaleza no hay confusión, todos tienen claro que hacer y lo hacen. La vacilación se suele pagar con la vida. El leon cachorro ya muerde o se esconde y el venado recién nacido huye. En el hombre, ademas de vacilación tenemos parálisis.
Nuestro cerebro consciente, la corteza cerebral que es lo mas evolucionado del mismo, es aquel que tiene el manejo casi constante de nuestra vida. Cuando nos enfrentamos a una situación mortal, se queda sin recursos y simplemente claudica, suelta las riendas y le pasa el mando a nuestro cerebro más antiguo, el inconsciente, situado en la amígdala. Le pasa el mando a ese lugar que le permitió al homo sapiens sobrevivir durante millones de años, dando por descontado que él sabrá qué hacer. Digo bien millones de años, porque la evolución del cerebro primitivo trasciende a la especie homo sapiens y se remonta a los ancestros. Desde hace cientos de millones de años, ese cerebro primitivo fue el que lidió entre la vida y la muerte, permitiéndonos hoy por ejemplo a mi, escribir esto.
Pero qué sucede en ese instante, en el momento de la acción, nuestro cerebro primitivo está hace tiempo en desuso, tapado y oprimido por nuestro cerebro evolucionado, entonces en ese momento, donde el barco cambia de capitán, solamente hay parálisis.
Parálisis o movimientos inútiles que en nada mejoran nuestra situación. Vemos como ejemplo muchos casos de violaciones seguidas de muerte, donde la víctima patalea y araña antes de morir con la triste ventaja de poder determinar a posteriori el ADN del asesino-violador pero, sin ningún efecto en la preservación de la vida. No hay instinto de supervivencia, o lo poco que queda de él, se traduce en movimientos vanos.
Por lo expuesto se entiende que el entrenamiento apunta a reactivar el instinto de supervivencia, en transferir las habilidades necesarias al cerebro ancestral para que en la situación necesaria donde se le entregue el mando, sepa que es lo que hay que hacer: huir o pelear.

Alejandro Sánchez